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La sirena del Caribe -  en las aguas de Cap Cana (República Dominicana)

La sirena es un espíritu femenino del mar y se dice que fueron los esclavos traídos al Caribe desde África, quienes trajeron las historias de las sirenas con ellos y las mezclaron con la cultura del Caribe. En Haití encontramos las Sirenas como tradición vudú. En las ceremonias vudú el espíritu de la sirena entra en el cuerpo de una mujer para traer salud, dinero y amor. Creen que además las sirenas los lleva a su mundo en el mar para luego regresas con nuevos poderes.

Pero las historias de las Sirenas ya datan del año 800 AC en un poema épico, La Odisea de Homero, donde se narra que los navegantes se sentían atraídos por las sirenas y que Ulises mandó atar a los remeros al mástil del barco para que resistieran las tentaciones de las sirenas.

Fue Cristóbal Colón quien gritó ¡Sirenas! navegando en La Niña, al avistar manatíes bajo el agua. Aunque relató que no eran tan bonitas como se habían descrito. Así los conquistadores de América creyeron ver sirenas en lo que en realidad eran los tranquilos y amables manatíes o vacas marinas

Existen muchas historias relacionadas con los manatíes antes de que llegaran los conquistadores, p.ej. los mexicas conocían a los manatíes como hombre pez y los mayas hablaban de los mismo como pez grande. Para estos, aunque comían su carne, era un símbolo de maternidad para la manera en que la hembra cuida y alimenta a sus crías.

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Los manatíes son de los animales más fascinantes y extraños que habitan desde hace miles de años en las costas de clima cálido, ríos y lagunas de agua templada de América. Es el único mamífero totalmente herbívoro.  

Pero ¿por qué se han llamado Sirenas a los Manatíes? Los marineros los llamaban así en época de crianza, debido a que desarrollan grandes pechos grandes y redondos, como los de una mujer. Manatí significa ¨con tetas¨ en la lengua indígena Caribe

Pero el manatí está muy lejos de ser una sirena. Su cuerpo es fuerte y pesado, de forma redondeada y alargada, de piel gruesa, arrugada y color gris, con dos aletas cortas y gruesas y una poderosa cola. En su redondo y grande hocico tiene bigotes y parece estar siempre sonriendo.  Cuando es adulto, puede medir hasta cuatro metros y pesar tanto como una vaca. Su aspecto es dócil.

No poseen oído externo, pero pueden escuchar muy bien, siendo capaces de comunicarse entre sí con chillidos en tono muy alto.

Aunque no pueden respirar en el agua, pueden estar sumergidos mucho rato, ya que en la nariz tiene unos tapones que se cierran en el agua y se abren cuando salen a la superficie. Por eso es fácil verlos, ya que salen del agua a respirar.

Durante las horas de sol caliente, los manatíes se refugian del mismo para descansar. Es al esconderse el sol, cuando salen a jugar y comer. Ellos solo comen plantas. El resto de animales con los que comparten espacio se alimentan de otras sustancias, por lo que no necesitan pelearse para conseguir su alimento. El hombre es su único depredador. Y a pesar de ello, estos simpáticos animales, se confían en ellos y no se muestran agresivos, sino todo lo contrario. Son simpáticos y tranquilos animales que alegran la vista cuando emergen del agua con sus grandes hocicos chatos, parecidos a los de una vaca, con los que parecen sonreírnos.

Desde hace meses una familia de manatíes se ha instalado en las tranquilas aguas de Cap Cana (República Dominicana) y es fácil verlos en los días nublados, en los que ya por la mañana se dedican a nadar y jugar muy cerca de la orilla sin importarles la presencia (no muy numerosa) de gente en la playa.

Es un verdadero placer verles ahí, tan simpáticos, grandotes, tiernos y juguetones, casi como unas mascotas más. Cuidémoslos y opongámonos a la caza de estas maravillosas criaturas, las sirenas del caribe.